Nº de páginas: 200
Editorial: Languagecare
Encuadernación: blanda
Lo compré en: el stand de Quercus en el Delta Birding Festival de 2016
Editorial: Languagecare
Encuadernación: blanda
Lo compré en: el stand de Quercus en el Delta Birding Festival de 2016
Me leí "Yo, Helíaca", de Iñigo Javaloyes, de regreso del último Delta Birding Festival a Galicia. La había comprado en el stand de la revista Quercus. De otro modo acaso no habría llegado a mis manos, pues está editada por su propio autor, lo que no facilita su distribución, si bien siempre está disponible aquí.
Una de las ventajas de acudir a eventos como el Delta Birding Festival es que, mientras charlas con los amigos, aparece ante ti un libro que se empeña en que te lo lleves... Y acaba, en este caso, por hacerte volar por las sierras de entre Madrid y Cáceres, acompañando en sus peripecias nada menos que a un águila imperial. Lo terminé antes de llegar a casa. Sí, soy de los que leen sin problema en el asiento de atrás del coche.
Ante mis ojos ha pasado muchísima literatura de naturaleza. Algunos textos considerados clásicos se me han atragantado. Otros, apenas conocidos, han consolidado aún más mi querencia por este género. "Yo, Helíaca" fue de estos últimos. Hoy, pasados varios meses tras aquella lectura sobre ruedas, muchas de sus escenas permanecen en mi retina, de tan bien descritas como me resultaron; me refiero a la textura casi física de esos párrafos que tan bien recrean los ambientes de arbusto bajo, encinares, cielos infinitos y horizontes pardos por los que se desarrolla la vida, descrita en primera persona, del águila imperial protagonista.
Podría describirse la narración como una novela iniciática; o como una fábula a la vez violenta y lírica sobre la supervivencia; también como un alegato por lo salvaje frente al veneno, la caza furtiva o las torres de alta tensión...; o como una exploración de la soledad; o como la alegoría de todas las intemperies... O sencillamente como un vuelo que te hace volar, que es de lo que se trata cuando alzas la mirada y pasa un ave sobre ti justo en la dirección que necesitabas, como escribió Raymond Carver.
Esta vez ese ave pasaba de página en página. Como bajo un cielo blanco y sobre dehesas de árboles extrañamente parecidos a palabras.
Una de las ventajas de acudir a eventos como el Delta Birding Festival es que, mientras charlas con los amigos, aparece ante ti un libro que se empeña en que te lo lleves... Y acaba, en este caso, por hacerte volar por las sierras de entre Madrid y Cáceres, acompañando en sus peripecias nada menos que a un águila imperial. Lo terminé antes de llegar a casa. Sí, soy de los que leen sin problema en el asiento de atrás del coche.
Ante mis ojos ha pasado muchísima literatura de naturaleza. Algunos textos considerados clásicos se me han atragantado. Otros, apenas conocidos, han consolidado aún más mi querencia por este género. "Yo, Helíaca" fue de estos últimos. Hoy, pasados varios meses tras aquella lectura sobre ruedas, muchas de sus escenas permanecen en mi retina, de tan bien descritas como me resultaron; me refiero a la textura casi física de esos párrafos que tan bien recrean los ambientes de arbusto bajo, encinares, cielos infinitos y horizontes pardos por los que se desarrolla la vida, descrita en primera persona, del águila imperial protagonista.
Podría describirse la narración como una novela iniciática; o como una fábula a la vez violenta y lírica sobre la supervivencia; también como un alegato por lo salvaje frente al veneno, la caza furtiva o las torres de alta tensión...; o como una exploración de la soledad; o como la alegoría de todas las intemperies... O sencillamente como un vuelo que te hace volar, que es de lo que se trata cuando alzas la mirada y pasa un ave sobre ti justo en la dirección que necesitabas, como escribió Raymond Carver.
Esta vez ese ave pasaba de página en página. Como bajo un cielo blanco y sobre dehesas de árboles extrañamente parecidos a palabras.