Resulta que el ornitólogo Guy Beauchamp, a base de pasarse horas mirando grupos de correlimos semipalmeados Calidris pusilla, descubrió que en determinadas zonas de alimentación los ejemplares que ocupaban el centro del grupo picoteaban mucho más del fango que los de las zonas perimetrales. Estos últimos, a su vez, estaban mucho más atentos de lo que pasaba a su alrededor. Por ejemplo, de la presencia de posibles depredadores.
Guy no se lo pensó dos veces, y diseñó un seguimiento sistemático de esos grupos para confirmar su impresión. No le llevó mucho tiempo (sólo tres semanas en dos temporadas) estudiar el comportamiento de 466 ejemplares de 43 bandadas diferentes durante su alimentación. Efectivamente, sucedía lo que él había intuido.
Yo no he podido dejar de acordarme de cuando con motivo de alguna comilona me ha tocado sentarme en el extremo de alguna larga mesa, pendiente de una corriente de aire, de dejar paso a un camarero o de la conversación depredadora de alguno de esos pelmas que no te dejan ni hablar ni comer.
Y mientras tanto, los del centro de la mesa muertos de risa…