La calle a la que da la ventana junto a la que duermo ya no se llama como él. No pude bajar a celebrarlo con mis vecinos. Tenía a unos amigos de mi hijo en casa. Jugaban a que acampaban bajo las estrellas en unas cabañas fabricadas con mantas.
Esa calle a la que da la ventana junto a la que duermo se llama desde hoy como un dibujante que en 1922 había firmado junto a un poeta un manifiesto en gallego que termina así: "...en cada relanzo do camiño agárdanos unha voz que nos berra: «¡Máis alá!»".
Más allá. Donde las estrellas. Donde los sueños.