Hace muchos años que no os escribo. Dejé de hacerlo cuando de repente me creí mayor. Ahora sé que lo de hacerse mayor es otra de esas patrañas que te hacen creer de niño. Disculpas por haber tardado tanto en descubrirlo.
Quizás no os acordéis de mí. Soy de los de hace cuatro décadas. De aquella os pedía libros de animales, microscopios, lupas y prismáticos. Bueno, pues sigo siendo el mismo friki. Para que os hagáis una idea, cada año dedico infinidad de horas a mirar el mar desde un cabo para contar aves que pasan, y esperando ver entre ellas alguna rareza. Por cierto, que una vez pasó, casi seguro, Papa Noel con sus renos galopando entre las olas. Pero iba lejos, y no puedo confirmar al 100% la identificación. Tengo la descripción, pero no la enviaré al Comité de Rarezas de SEO/BirdLife porque es bien sabido que sin foto no homologan citas así.
El caso es que como de nuevo creo en vosotros, me he dicho: ¡vamos a escribir a estos tres tipos, que siempre fueron legales y cumplidores!
No sé si tenéis Facebook, o Whatsapp, ni me veo haciendo cola para entregar esta carta a uno de vuestros pajes, forzado a fotografiarme después en sus rodillas (hace cuatro décadas que no me siento en las rodillas de nadie). Así que he decidido publicarla en este blog, para que la leáis cómodamente en vuestras tabletas mágicas.
Como he sido un bueno, quería pediros estas pocas cositas de nada.
Como veréis, ninguna es para mí, pues soy de natural generoso, y siempre estoy pensando en los demás.
Los regalos que más deseo son:
- La envidia más abyecta para mis colegas pajareros tras haber descubierto yo una megarareza. Tiene que ser una envidia grande, ¿eh? De esas que dudas si no será un infarto. No vayáis a traerme una de los chinos...
- Constantes ataques de desconcierto y de rabia para esos decisores que siempre deciden en contra de la conservación de la naturaleza y de las aves, gracias a sucesivos éxitos de cuantas organizaciones se empeñan en llevarles la contraria. Y que esos decisores decidan así convencerse de que no hay otro camino hacia el futuro que el de la conservación.
- Hablando de futuro, deseo también prismáticos capaces de atisbarlo para todas las mamás, los papás y los educadores. Y una guía de campo que les deje bien claro que para crecer mejor y ser más felices en el futuro las niñas y los niños necesitan muchas dosis de naturaleza.
- Y ya de paso, que quienes han redactado y aprobado la nueva ley de educación se peguen unos cuantos coscorrones por mirar hacia atrás mientras caminan. ¡A ver si se dan cuenta de que el futuro está delante!
- Deseo también espantosos remordimientos nocturnos a los responsables de la catástrofe del Prestige que se han ido de rositas gracias a esa sentencia reciente. Que cada vez que se duerman sueñen que mientras van nadando felizmente se les echa de repente encima un abominable grumo de fuel que les atrapa y les dice al oído «creías que te zafabas, ¿eh, pillín?». Y que se despierten viscosamente empapados de sudor y pidiendo a gritos un Centro de Recuperación.
- Mucha suerte, allí donde estén, a las decenas de miles aves que he visto este año. También a los millones de personas que en todo el planeta trabajan en su estudio y conservación, y que disfrutan mirándolas.
- Ataques de meteorismo muy frecuentes, sonoros e inoportunos a quienes disparan a las aves. Y de gastroenteritis a quienes envenenan los campos, costas y mares. Y de vértigo y temblores a quienes destruyen los paisajes naturales con su maquinaria pesada.
- También muchas ganas de saber de aves, y de salir a verlas, para más y más gente. Incluidos vosotros, claro. Por cierto que la lista de aves en vuestro viaje desde que salís de Oriente hasta que llegáis aquí puede ser estupenda. Probad a ver quién canta más especies. Al mismo tiempo podéis competir contra Papá Noel y sus renos en un «Big Christmas», o ya puestos, en todo un «Big Year» (porque total, el resto del año no pegáis palo, ¿verdad? Pues, ¡hala!).
- Deseo por último que ganéis vosotros. Papá Noel es muy majo y todo eso, pero ya podía haber pasado más cerca aquel día que lo vi desde un cabo. No se lo perdono. Lo que me hubiese gustado enviar la descripción con foto y todo al Comité de Rarezas. ¡Y ver qué cara ponían!
Nada más. Os dejaré en los calcetines una botella de Ribeiro para cada uno (¡para estas cosas sí que mola hacerse mayor!).
Que hagáis felices a muchísimos niños.
Antonio Sandoval Rey